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La educación japonesa

4 febrero, 2016 /   9681

Seguro que todos recordaréis los apuros que pasaba Nobita (Doraemon) con los exámenes, el empeño que le ponían Yukino y Sōichirō (KareKano) para sacar buenas notas o el drama de Keitaro (Love Hina) intentando aprobar el examen de acceso a la Todai. Muchos de nuestros animes favoritos tienen como escenario el colegio, instituto o incluso la universidad pero, ¿sabéis realmente cómo funciona el sistema educativo en Japón? Ya ha sonado la campana, entrad en clase y averiguad si estáis tan informados como creéis.

La educación japonesa

El año escolar japonés es más similar al de América del Sur que al que tenemos en España. En trimestres: de abril a julio, de septiembre a diciembre y de enero a marzo; en semestres de abril a octubre y de noviembre a marzo.

La educación es gratuita y obligatoria hasta los 15 años. A pesar de ello más de un 90% de los japoneses continúan con sus estudios y pasan al bachillerato convencional o al tecnológico. De este grueso, un tercio se enfoca hacia la educación superior. En este nivel prima la privada sobre la pública, si bien la segunda tiene un mayor grado de exigencia y prestigio.

La educación japonesa

Uno de los aspectos que destacan de los institutos japoneses son los bunkatsu (部活), clubs que se encargan de realizar las actividades extraescolares. Aunque en la mayoría de países los alumnos disponen de cierta variedad en la que apuntarse, la oferta que ofrecen los centros japoneses es envidiable. Desde los deportes más populares como beisbol y fútbol (con campeonato nacional incluido) a otros más tradicionales como el Kendo (arte marcial con espada de bambú) o el Kyūdō (tiro con arco). Pero no queda ahí la cosa: danza, uso de instrumentos tradicionales, coral, ceremonia del té, idiomas, literatura…

Estas actividades están orientadas no solo a mejorar el rendimiento académico de los alumnos, también les supone una distracción y una manera de fomentar la creación de vínculos entre los alumnos. Cada club nombra a uno de sus miembros como presidente y este se encarga de organizarlo y procurar que todo funcione correctamente.

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Animadoras y jugadores de basket, cada uno en su club.

Si los clubs tienen un gran atractivo, su mejor escaparate es el Bunkasai (文化祭) o Festival Cultural. Suele coincidir aproximadamente con el Día de la Cultura (3 de noviembre) y se celebra desde el jardín de infancia hasta la universidad. Esta celebración suele organizarse en fin de semana y puede durar ambos días. Durante sus actos el centro presenta a las familias, alumnos, exalumnos e interesados el resultado del trabajo de sus estudiantes. Los clubs suelen encargarse de las paradas de comida, organizar bailes, conciertos y otras actividades con el fin de entretener y amenizar la jornada.

La educación japonesa

Suena bien, ¿verdad? Todo parece diversión y esparcimiento. Pues no. Si de algo tiene fama la educación japonesa es de dura. Sus alumnos se queman las cejas empollando cual alquimista creando pociones en su marmita con la mirada puesta en el examen de acceso a la universidad. Reíros de la selectividad. Tan importante es llegar siendo de los que mejor nota tengan como no meter la pata en el momento de la verdad (de eso los personajes de Love Hina saben un montón). Su futuro depende de poder decir que han sido admitidos en alguna de las universidades más prestigiosas del país (todas ellas públicas).

No es algo exclusivo de Japón, en países como Estados Unidos o Reino Unido (por decir los más típicos) alardear de haber estudiado en Harvard, Yale, Oxford o Cambrige te da un plus dentro de tu profesión. En la sociedad japonesa prima la “titulocracia”, debes tener determinada titulación para poder ocupar la posición social deseada y para ello no vale cualquier universidad. Para ello es común ver a los estudiantes de últimos cursos invertir la mayor parte de su tiempo en el instituto y academias de refuerzo.

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El hachimaki es la cinta que se suelen poner los estudiantes al empollar para animarse a sí mismos.

A pesar de que el examen de acceso a la universidad es el gran protagonista, el némesis, el final boss, la pesadilla de los estudiantes, sus opciones no se limitan a un único camino. La educación japonesa ofrece cinco tipos de alternativas diferentes en esta etapa:

La daigaku (大学), la universidad como la vía “clásica”. Ofrece titulaciones (bachelor degree) de entre 4 y 6 años. En Japón hay un total de 618 universidades, de ellas, 86 son nacionales, 75 públicas y el resto, privadas. Ya sabéis cuales son las favoritas. Como en España, tras la carrera es posible realizar un master (2 años) y doctorado (5 años). Además de estas opciones, hay tres tipologías especiales de alumnos: los investigadores que se preparan para el posgrado, los oyentes que asisten a clases sin estar matriculados y los credit-course que pueden obtener también títulos.

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La emblemática Todai

La tanki-daigaku (短期大学) ofrece cursos de 2 a 3 años y están enfocadas a obtener un associate degree, algo así como un título de técnico, pregrado.

La senmon-gakkō  (専門学校) podría considerarse nuestra Formación Profesional y está enfocada a enseñar una profesión. Se imparten cursos de unos 2 años de informática, téxtil, sanidad, hostelería… En el mismo sentido y casi con idéntica finalidad existen los senmon-shi (専門士), también llamados technical associates.

El kōtō -senmon-gakkō o Kōsen salía en la tabla de niveles educativos. Se cursa después de la obligatoria, dura unos 5 años y está enfocado fundamentalmente a la ciencia y las ingenierías.

Por último, existen unos centros llamados Japanese language institution centrados exclusivamente en la enseñanza del japonés. Sus cursos tienen una duración de entre 6 meses y 2 años y se lo considera un paso previo a la matriculación en la daigaku, tanki-daigaku o senmon-gakkō.

La educación japonesa

Podríamos dedicar una entrada entera a hablar de uniformes, pero ahora no toca

Tras una parte algo densa y muy descriptiva, me gustaría ofreceros unas pinceladas de lo que considero que son los aspectos más positivos y negativos de la educación japonesa.

¿Qué podríamos aprender e incluso aplicar en nuestros sistemas educativos?

Japón es consciente que el tiempo que sus jóvenes pasan formándose no está solo enfocado en adquirir unos conocimientos y consiguientes titulaciones. El colegio, instituto o universidad forma ciudadanos y por ello es importarle transmitirles los valores que se quiere que predominen en la sociedad.

Seguro que más de uno habéis escuchado eso de “Ganbatte!” en un anime. Esa expresión usada para dar ánimos a otro significa dar lo mejor de uno mismo, esforzarse al máximo para conseguir un objetivo. Desde pequeños se les inculca que la disciplina, autocrítica y trabajo duro son la base para tener éxito en la vida. En sus aulas se anima a los estudiantes a hacer de esos valores un estandarte en su día a día.

Del mismo modo tiene dos hábitos que yo impondría sí o sí en nuestras clases. El almuerzo en el aula de los más pequeños hace énfasis en la importancia de una correcta alimentación, y la limpieza del aula por parte de los mismos alumnos les enseña a respetar el mobiliario y cuidarlo como si fuera suyo.

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Demasiado tiempo estudiando, mirad qué mala cara.

Como nada es perfecto, donde hay luz también hay sombras y en los últimos años se han multiplicado y empezado a preocupar a su gobierno.

Durante muchos años la gran incongruencia de la educación japonesa era lo difícil que suponía acceder a la universidad deseada y lo poco que se hacía después. Los universitarios veían como de pronto podían disfrutar de su tiempo libre como no pudieron durante los últimos años. No tenía mucha importancia lo que estudiaras, la empresa contrataba a sus trabajadores en base a la universidad a la que habían asistido y los formaba desde cero. Algo así como mucho de nuestros funcionarios, tras unas oposiciones duras y años por conseguir la plaza luego se tumban a la bartola. Esto ya no funciona así. Hoy en día (y siguiendo un proceso más lógico) es importante que elijan bien su titulación y sigan esforzándose o difícilmente encontraran trabajo.

El motivo del cambio estaría relacionado a otros de sus déficits. Los japoneses han perdido competitividad a nivel internacional y buena causa de ello es la enseñanza de idiomas. Antes del 2000 no se empezaba hasta los 13-15 años a estudiar otras lenguas. Desde entonces han intentado impartirlo ya en la primaria pero se han dado cuenta que los profesores no tienen tampoco un nivel adecuado.

Por otro lado, esa presión tan extrema por obtener buenos resultados, ir a la universidad deseada, entrar en la titulación soñada puede llegar a asfixiar a unos jóvenes que se encuentran en la etapa más complica de su crecimiento. El miedo al fracaso o la rúbrica de este lleva a algunos estudiantes al suicidio (no es la única causa, pero puede ser una de ellas) o a convertirse en hikkikomori, ese joven que no sale de su habitación. Son casos extremos, pero pueden suceder. Ningún estudiante debería querer quitarse la vida por creer que es una vergüenza o que ha fracasado por no aprobar un examen.

La educación japonesa

Si alguien ha visto Confessions (la frase bajo el título ya deja claro el argumento) puede que se llegara a horrorizar de lo que unos críos tan jóvenes pueden ser capaces de llegar a hacer. Es una película, sí, pero, ¿guarda algún parecido con la realidad? Los japoneses ya no son esas almas cándidas y dóciles que se expresaban con sonrisas y reverencias (tampoco son los protagonistas de Battle Royale, que no cunda el pánico). Las nuevas generaciones han ido perdiendo esos valores que se ha luchado por transmitir. No se trata solo de bullying a compañeros, los profesores se han convertido en sus dianas. En 2007 se documentaron 52.765 casos de violencia en la escuela pública (fuente).

Y por último y no por ello menos grave, la crisis afecta a la educación y no solo en cuanto a dinero. Es cierto que el Gobierno japonés destina menos presupuesto a educar a sus ciudadanos, quizás crean que no hay estudiantes a los que atender. Muchas universidades han tenido que cerrar por falta de alumnos. La baja natalidad y la dificultad para atraer los suficientes estudiantes de intercambio las convierte en negocios no rentables. Las aulas se están quedando vacías y la única manera que ha encontrado el país para ponerle freno es bajar el nivel de exigencia que otrora les hizo ser considerada de las mejores educaciones del mundo.

Aunque sea una manera algo pesimista de rematar este repaso sobre la educación en Japón es mejor conocer los pros y los contras antes que dejarse deslumbrar por su cara amable, que existe.

Espero que esta extensa entrada os haya ayudado a conocer algo que desconocíais y os haya resultado interesante (¡y sobre todo felicitar a los que hayáis llegado hasta el final!).

Escrito por Jeza

Es la primera vez que colaboro en un blog y ¡espero que no sea la última! Me gusta tanto Japón que hasta he estudiado una carrera sobre ello (las carreras que se inventan...). Últimamente mi consumo de anime y manga está volviendo tras unos años de ocaso, por lo menos mi afición a los videojuegos, cine y literatura sigue intacto.