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Conferencia de Marc Bernabé: Osamu Tezuka. Part I

19 diciembre, 2015 /   6085

Estamos en el 2015 d.c. Todo Madrid está ocupado por zombies del consumismo propio de estas fechas pre-navideñas … ¿Todo? ¡No! Una tienda de cómics poblada por irreductibles freakies resiste ahora y siempre al invasor. Su nombre: Tezuka Cómics. El motivo: la charla acerca de Osamu Tezuka con la que Marc Bernabé nos deleitó en una tarde no apta para polvoroncillos de tres al cuarto. El buen rollo, anécdotas, fotos, animadas charlas y freakismo más variopinto, brillaron con luz propia, ¿lo único que faltó? el sake, por aquello de brindar por una tarde memorable, mmm… :)~

IMG_2382En un ambiente distendido y muy familiar, Marc da comienzo a la charla con una pequeña introducción al manga, su nacimiento y las diferencias entre el cómic de estilo manga creado en el País del Sol Naciente, al concebido en España y otros lugares. Asimismo, nos pone en antecedentes sobre dos de los nombres clave en la historia del manga nipón: el monje Toba Sōjō (inspirador del toba-e o dibujos toba, precedentes ancestrales del manga) y Hokusai (inventor del término manga y de los dibujos aleatorios considerados erróneamente precursores del mismo).

Prosigue la charla con una merecida mención a Rakuten Kitazawa, el pionero en cuanto al manga profesional se refiere, para continuar con Las aventuras de Shô-chan (Shô-chan no Bôken. Kabashima Shoichi, 1923), primer éxito del manga japonés y primero en hacer uso de bocadillos, y Norakuro (Suihô Tagawa, 1931), el considerado Mickey Mouse de Japón, que relata las aventuras y desventuras de un perro en el ejército, símbolo del militarismo japonés y última historieta del manga de preguerra.

NorakuroUna vez alcanzado el periodo de posguerra, irrumpe en escena aquel que nos ha traído hasta esta charla y estrella de la misma: Osamu Tezuka (Japón, 1928 – 1989). Como nos cuenta Marc, ya desde su infancia, Tezuka apuntaba maneras, algo que podemos observar por los distintos dibujos de esa época. Comenzaban a despertarse en él las inquietudes que más tarde le conducirían a la cima del éxito. Entre esas aficiones se hallaba el cómic, y especialmente dos de sus grandes pasiones: la entomología, que le llevaría a incorporar el kanji de insecto a su apellido y a bautizar como Mushi (insecto) Production una de sus empresas, y la animación de Walt Disney, su principal modelo a seguir, y a quien homenajearía en distintas ocasiones. No en vano, a Tezuka se le considera el Disney japonés.

Tezuka Osamu, Manga College. August 1950Transcurre la charla y con ella nos trasladamos hasta el año 1947. Es entonces cuando aparece Shin Takarajima o La nueva isla del Tesoro, un best seller de la época con el que Tezuka rompería los moldes establecidos e influiría a futuros mangakas de renombre. Entre éstos, se hallaba Shôtarô Ishinomori, célebre por ser el autor de cómic (ojo, que no sólo de manga) más prolífico de la historia y creador de Musashi o Hokusai, entre otros tantos.

Musashi, Shôtarô IshinomoriSi tenemos en cuenta que durante aquella lejana época ganarse la vida con el manga era poco menos que una utopía, el mero hecho de que a Tezuka se lo rifaran en las editoriales del momento, nos permite hacernos una idea de que no estamos ante un caso cualquiera. Hasta tal punto era así, que si se publicaba alguna historia suya en la revista de turno, suponía una garantía de éxito segura. Y convertido ya en mangaka profesional, mientras su figura iba adquiriendo dimensiones estratosféricas, Tezuka aprovechaba sus “ratos libres” para doctorarse en medicina y trabajar para distintas revistas… así, sin despeinarse. Eso sí, y aquí surge una de las anécdotas más divertidas de la charla de Marc, pese a que algunos editores cometieron la osadía de secuestrarlo y llevárselo a la isla de Kyūshū, se cuenta que no existía peor trabajo como el de ser editor de Tezuka, puesto que si éste no presentaba las páginas a tiempo, las imprentas debían parar por completo su producción.

Ya entre la década de los 40 y 50, surgieron los akahon o libros rojos, mangas muy económicos llamados así porque en su portada predominaba este color. Uno de ellos fue Metrópolis (1949), que formaba parte de la conocida trilogía de ciencia ficción junto a La leyenda de Son Goku (1952) y Crimen y Castigo (1953).

La leyenda de Son Goku 1, Osamu TezukaLlegados a 1950, aparece Leo (o Kimba), el león blanco (también conocido como Janguru Taitei). Años después, Disney “sorprendería”a propios y extraños con El Rey León, su inconfesable plag… versión. ¿Kimba? ¿Simba? qué importa, todos sabemos que son los japoneses los que copian y que lo yanki siempre prevalece… ¿o no? (esto forma parte de mi propia cosecha, Marc es absolutamente inocente, que conste xD)

IMG_2384Le toca el turno a uno de tantos momentos álgidos de esta charla y de la vida y obra tezukiana: Astro Boy (Tetsuwan Atomu, 1951), con toda probabilidad, la obra más conocida de Tezuka internacionalmente y el primer robot cuyo éxito fue notable a nivel nacional. No obstante, se dice que tanto el hecho de que Japón sea un país puntero en robótica, como la imagen afable que allí se tiene de los robots, es en parte gracias a Astro Boy.

IMG_2385Entramos en la etapa en la cual Tezuka se muda a Tokio y deja plasmado una vez más su sello indeleble en la historia del manga con La Princesa Caballero (Ribon no Kishi, 1953), pionera del género shojo (manga para chicas).

La Princesa Caballero, Osamu TezukaTo be continued…

Escrito por Lil_Arrietty

Incursora diminuta con vocación de otaku, apasionada japonófila, bloguera cinéfila y colaboradora de la web de cine ElSuperDiez.com y Generación Ghibli.