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10 Ingredientes para hacer una película de terror japonés

6 noviembre, 2016 /   5891

Hace ya unos cuantos años, en 2013, desde Expresión Otaku se dedicó uno de esos programas que duraban 30 minutos al terror japonés. El pasado Halloween nos sirve de excusa perfecta para dedicarle una entrada y retomar y ampliar el tema. Si te gusta el J-Horror, adelante. Una última cosa, mantén la mirada en la pantalla y no mires detrás de ti. ¿O quizás sea mejor que te alejes del monitor?

 

Finales de los 90 y principios del 2000 supuso el boom moderno del cine de terror japonés. Su éxito fue tal que varios de los títulos no solo llegaron a Europa y Estados Unidos, sinó que tuvieron su remake estilo Hollywood con mayor o menor fortuna. Somos muchos a los que nos gusta su manera de hacernos pasar miedo, pero, ¿sabemos realmente qué es lo que nos gusta de esas películas? Hoy os damos una receta básica de cómo hacer un título de J-Horror.

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No querrás que nadie te mire como Sadako…

  1. El folklore y las leyendas urbanas como base de sus tramas. No vamos a decir que todo está inventado y que las películas de miedo japonesas se limitan a mostrar en el cine viejas historias de miedo. No es eso. Pero lo que es innegable que los kaidan siguen siendo fuente de inspiración. Ya sea por sus tramas, yokais, estructura narrativa o elementos estéticos. Del mismo modo, las modernas leyendas urbanas también han aportado tramas y fantasmas al imaginario del terror japonés. Y es posible que precisamente esta falta de referente cultural sea la que nos choca y nos predispone más a temer algo que desconocemos.

 

  1. La familia “desestructurada” como víctima. En Occidente nos gusta presentar familias perfectas a las que les pasan cosas malas. Quizás sea una manera de decir que no es oro todo lo que reluce, o de compensar la suerte de algunos con desgracias. Envidias y equilibrios aparte, en Japón son aquellas familias que no “cumplen” con lo tradicional e ideal los que se ven condenados a sufrir, como si no tuvieran suficiente con lo suyo, destinos dramáticos. Mujeres divorciadas como en Dark Water (2002) y Ringu (1998) deben enfrentarse al mundo y a los hechos sobrenaturales que amenazan su vida y la de sus hijos. En estos dos casos influye significativamente que el director de ambas películas, Hideo Nakata, sea hijo de una mujer divorciada y las idealice como símbolo de fuerza. Enfrentarse a lo desconocido es más difícil si se carecen de apoyos.

 

  1. El yurei como personaje predominante y protagonista. En el podcast dedicado a Criaturas del folclore japonés ya se habló un poco de esta figura que es básica en el J-Horror. Nacido en los kaidan y con un papel muy relevante, los yurei son los encargados de aterrorizar a espectadores y personajes. Solo las personas que murieron de manera violenta o carecieron de un funeral en condiciones se quedan ancladas en este mundo. Este hecho se basa en el onnen: concepto según el cual hay sentimientos tan fuertes que permanecen incluso tras la muerte. Los motivos que provocan que se convierta en un yurei lo mantienen en el mundo de los vivos. Su sed de venganza no permite que descanse y provoca que esa ira acabe afectando a inocentes que no están relacionados con su muerte. Estas causas violentas nos hacen presuponer que difícilmente la historia tendrá un final feliz.
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    Yuki-onna (Kwaidan) y Sadako (Ringu)

    Lo más significativo, además de sus motivaciones, es su aspecto. Surgidos del imaginario de esos primeros relatos de fantasmas, en su estética también ha influido el teatro. La imagen de los yurei es uno de los elementos más representativos del género. Mujeres de pelo negro y largo que suele cubrir total o parcialmente el rostro, vestidas con ropas blancas (kimonos o camisones), piel pálida (están muertas, buen color no van a tener) y que se mueven con movimientos bruscos. Desde la Yuki-onna que vemos en el Kwaidan (1965) de Masaki Kobayashi a Sadako en Ringu de Hideo Nakata vemos que apenas se modifica su estética. Es un sello reconocible. Un elemento identificador.

 

  1. La tecnología y su papel en el mundo moderno no es tan bonito como nos lo pintaban. Precisamente Japón, un país que surgió de los infiernos en los que lo sumergió la Segunda Guerra Mundial gracias a su apuesta por la investigación y la tecnología, justamente ellos, temen como nadie lo que su propia criatura pueda hacerles. No es que quieran volver atrás pero entienden como pocos que la modernidad no trae consigo solo avance, también tiene peligros. Y eso mismo se puede aplicar a la tecnología. Alineación, incomunicación en un mundo hiperconectado, artificialidad… Las películas de miedo han querido expresar estos temores poniendo la tecnología al servicio de sus yurei: el VHS y la televisión (Ringu), el teléfono móvil (Llamada perdida/Chakushin Ari ), el uso de internet (Pulse/Kairo), las cámaras, equipo de edición y monitores (Marebito). Sin olvidar Tetsuo: the iron man, y cómo las maquinas invaden el propio cuerpo.

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  1. Insinuar sin mostrar. A pesar de que existen muchas películas de terror japonesas con un alto contenido violento y gore, no es el caso de las que estamos hablando aquí. Las ocasiones en las que el espectador va a ver al fantasma o criatura serán pocas. Estas películas viven de crear tensión, de la angustia de no saber a que se enfrenta el protagonista ni por dónde va a salir. No son los monstruos los que dan miedo, son nuestros propios miedos los que nos inquietan. Esto se ve muy claro en el tipo de plano que se usan: contrapicados en los que el personaje mira aterrorizado al techo pero no vemos, en un primer momento, el motivo de su temor; planos en los que parece que la cámara enfoca al protagonista y que por un instante nos distrae de lo que le acecha.

 

  1. El terror surge de dentro. Muy relacionado con el anterior, el objetivo de estas películas no es mostrarnos escenas que den miedo; sinó provocar esa sensación casi sin enseñarte nada. Es el propio espectador influenciado por la angustia de los personajes el que cree o espera ver en ocasiones en las que no hay nada.

 

  1. El agua, elemento vinculante. El pozo de Sadako o el depósito de de la aparición de Dark Water. Esas mujeres de los Kaidan que una vez asesinadas se las lanzaba al río o a un lago cercano. El agua parece ser un elemento con un fuerte componente sobrenatural. Recordemos que la segunda parte de Llamada Perdida se llamó, por lo menos aquí, el Pozo.

 

  1. ¿Quién necesita efectos especiales? Puede que uno de los motivos por los que los remakes hollywoodienses no triunfan es porque recargan sus películas de parafernalia en forma de efectos especiales. En Estados Unidos les gusta demostrar que tienen dinero para gastar en añadir ordenador haga falta o no. Los J-Horror no los necesitan. Un buen uso de los planos te ahorra mucho dinero en ese aspecto: espacios reducidos, oscuros, muchas veces húmedos, una luz que parpadea, y entonces, el primer plano del rostro desencajado de puro y genuino terror del personaje. ¿Qué pasa? ¿Qué ha visto? ¿Dónde está? Angustia. Tensión. Estimular la imaginación del espectador. O, qué tal si dejamos al personaje haciendo cualquier acción cotidiana en su comedor. Un plano más o menos abierto. Detrás suyo, un armario. ¿Esa puerta estaba ya abierta? ¿Se está abriendo? ¡Oh ****! ¿Qué puñetas es eso?

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  1. Limitaciones del fenómeno. Son criaturas sobrenaturales, sí. Vagan entre el mundo de los vivos y de los muertos, vale. Incluso y por surrealista y cutre que parezca, pueden moverse por la red de internet. De acuerdo. Pero no pueden hacer lo que les dé la gana. El mundo al que pertenecen, igual que el nuestro, se rige por reglas. Normas que ni siquiera el más cabreado de los yurei puede saltarse. Sadako no mataba a todo el que se cruzara en su camino. Tenías que haber visto el VHS maldito pero podías librarte si hacías una copia. En algunos casos, esta limitación es espacial. Están vinculados a un lugar, lo más seguro el escenario de su muerte, y solo afectan a esa zona. En otros como Llamada perdida, sus limitaciones son menores.

 

  1. No hay respuestas. ¿Por qué? ¿Quién es? ¿Qué quiere de nosotros? ¿Qué podemos hacer? De todas las preguntas que espectadores y personajes se plantean, algunas obtienen respuestas. Se acostumbra a descubrir la identidad del yurei, cuál es el origen de su ira y sus motivos de venganza. Normalmente se suele encontrar un modo de detenerlo o por lo menos, salir con vida. Otras cuestiones quedan en la sombra y forman parte de su naturaleza sobrenatural. No esperéis entenderlo todo.

 

¿A qué después de esto os dan ganas de poneros a ver películas de miedo japonesas? Si más no ahora sabéis un poquito más de qué es lo que hace que nos den miedo y nos gusten tanto a la vez.

Escrito por Jeza

Es la primera vez que colaboro en un blog y ¡espero que no sea la última! Me gusta tanto Japón que hasta he estudiado una carrera sobre ello (las carreras que se inventan...). Últimamente mi consumo de anime y manga está volviendo tras unos años de ocaso, por lo menos mi afición a los videojuegos, cine y literatura sigue intacto.