Mirai no mirai
31 marzo, 2019 / 2354
Mirai, mi hermana pequeña o Mirai no mirai (Mirai del futuro) es una película que te dejará el corazón calentito.
Ah, que esperabais algo más. Y yo que pensaba que esta afirmación iba a ser más que suficiente… Bueno, pues si queréis saber más de esta película y necesitáis algún otro argumento para verla (aunque yo creo que con lo dicho ya es suficiente), allá vamos:
Mirai, mi hermana pequeña es una película dirigida por Mamoru Hosoda y producida por Studio Chizu. La película acompaña a Kun en su nuevo papel de hermano mayor y cómo aprender a gestionar que ya no sea solo él el que acapare las atenciones de su padres.
Pero empecemos por el principio, ¿quién es este tal Mamoru Hosoda? ¿Eso se come? Pues no, este director no es precisamente un desconocido ni ha aparecido por arte de magia. Trabajó para Madhouse (productora de adaptaciones anime como Death Note, Trigun, Monster…), y ha dirigido varias producciones de Digimon Adventures, de One Piece… Sus Summer Wars o La chica que saltaba a través del tiempo, ambas producidas por Madhouse, fueron galardonadas con el premio Tokyo Anime Awards.
Y entonces en 2011 junto con Yuichiro Saito, fundan Studio Chizu. Hay que reconocer que tenían muy claro lo que querían hacer con este estudio nuevo, ya que sus películas no han pasado desapercibidas: Wolf Children, El niño y la bestia y ahora Mirai no mirai.
Mirai no mirai, la película de la que vamos a hablar, es la primera película de animación japonesa no perteneciente al Studio Ghibili nominada al Oscar. A eso se le puede sumar sendas nominaciones en la categoría a mejor película de animación en los Globos de Oro, Critics Choice Awards, Satellite Awards, y sus premios en los Japan Academy Price y los Annie Awards.
Así que parece que a los “expertos” de la industria les ha gustado un poco. Eso no siempre implica que sea lo que el público valore, pero es que muy difícil no sonreír cuando ves la película.
Todos aquellos que hayan tenido un hermano pequeño, o sean ya padres y tengan uno o más hijos y si se llevan una edad similar, se sentirán totalmente identificados. Es una película natural, sin idealizaciones y con un punto sobrenatural ligado a la imaginación y aprendizaje del pequeño Kun que solo la hace ser, como poco, maravillosa.
Kun era el rey de la casa. Mamá para él, papá para él, Yukko (su perrito) mirándolo de reojo pero todo suyo. Y entonces llega Mirai a casa, su hermanita pequeña, y empieza a sentir que ya no le quieren, ya no le prestan atención. Y todo es culpa del bebé. Celos, celos y más celos.
A esta reacción tan común se une una situación nueva: la madre de Kun va a volver a trabajar y será su padre el que se encargue de ambos. Como ella misma deja claro, cuando nació el pequeño, ella se encargó de todo sola, su marido no sabe dar un biberón ni coger correctamente al bebé. Así que debe aprender, y contrarreloj, todo lo que eludió con su primer hijo. Y eso sin olvidar su propio trabajo y encargarse de un pequeño de 4 años.
Se trata con total naturalidad y sinceridad cómo su mujer le reprende que la dejó sola con su primer hijo. Ahora que ella va a volver a trabajar y no estará en casa, debe ponerse las pilas y no fardar tanto delante de las otras madres de lo buen padre que es.
¡Pero tranquilos! La película no es un reproche constante (bueno, de Kun a los demás sí), pero no hay porque maquillar situaciones que siguen siendo muy comunes en muchas familias.
Así que Kun se porta mal para llamar la atención y empieza a recibir visitas (o realizar él viajes) a otras épocas con personajes que tienen que ver con su familia. Cada vez que se produce este encuentro, le enseñan algo al pequeño. Aunque solo sea encontrar la fuerza de mirar siempre adelante y seguir pedaleando. Estos viajes además de didácticos son bastantes divertidos, nos enseñan muchas cosas de su familia y de otras épocas. Muy bien introducido el punto de los viajes en el tiempo.
La película tiene momentos divertidos, tiernos, otros que te hacen replantearte si quieres tener hijos realmente alguna vez (dos niños pequeños y un perro llorando a la vez, ¡Socorro!), y todo en un tono lo más costumbrista posible. Kun es un niño pequeño: sus pensamientos, reacciones y acciones son las propias de su edad y de su situación. No tiene reflexiones de adulto, de hecho es muy cabezón y le cuesta entrar en razón. Porque sí, son más importante sus pantalones amarillos que todo lo demás y no será fácil que cambie de opinión (cuando veáis la película, entenderéis lo de los pantalones.
Así que si os gustan o tenéis niños (propios, sobrinos, hacéis de canguro…), queréis pasar un rato entrañable, reíros un rato y acabar de buen humor, Mirai no mirai, es una magnífica opción.
¡Espero que el señor Hosoda no fuera tan trasto como Kun o su madre!